Paolo Scavino

Paolo Scavino es una bodega histórica en Barolo, fundada en 1921 en Castiglione Falletto por Lorenzo Scavino y su hijo Paolo. La agricultura siempre ha sido una tradición y una pasión familiar. Enrico Scavino, quien comenzó a trabajar en la bodega en 1951 cuando tenía 10 años, dirige la finca familiar junto con sus hijas Enrica y Elisa.

A través de más de 60 años de experiencia, su enfoque ha sido invertir en importantes cruces de Nebbiolo para mostrar la singularidad de cada terruño. Su trabajo está inspirado en el amor y respeto que tienen por su territorio y persiguen la pureza de expresión, la complejidad y la elegancia de sus vinos de las tres uvas locales Dolcetto, Barbera y Nebbiolo. Estos valores y cultura se han mantenido y nunca han cambiado.

Paolo Scavino posee 30 hectáreas íntegramente en la zona de Barolo y trabaja en 20 crus históricos ubicados en Castiglione Falletto, Barolo, La Morra, Novello, Serralunga d’Alba, Verduno y Roddi. La familia Scavino se distingue desde sus inicios por el escrupuloso cuidado de los viñedos y su pasión por el terruño. Su creencias fundamental es la supremacía de la viticultura por encima de la enología, por lo que el enfoque es el cuidado de las vides para que crezcan uvas maduras y saludables. En la elaboración del vino se busca una intervención mínima e igualitaria, para preservar las diversidades naturales.

Piero Busso

La finca familiar de Piero Busso es paradigmática en Barbaresco por su dedicación a reflejar la elegancia natural del Nebbiolo de Neive.

El padre de Piero Busso plantó a mano en 1948 las uvas de Nebbiolo que hoy en día envuelven la casa y la bodega de la familia en Albesani. Tres de los cuatro crus de la finca –Albesani, Mondino y Gallina– se encuentran en Neive, donde están los viñedos a mayor altitud de Barbaresco. El cuarto –San Stunet– está en Treiso, en el extremo sur de la denominación.

Sottimano

Andrea Sottimano y su padre Rino elaboran vinos de excelente calidad a partir de trece hectáreas en los crus Cottà, Currà, Fausoni, Pajoré y Basarin en los municipios de Treiso y Neive. Sus Barbarescos son elegantes, evocadores, sutiles y, sin embargo, abundantes.

El enfoque aquí es de mínima intervención: levaduras autóctonas, sin clarificación ni filtrado. No se usan insecticidas y solo se usan fertilizantes orgánicos, y mínimamente. A cada uno de sus cuatro cru Barbarescos se le da el mismo tratamiento para permitir que la singularidad de cada cru se exprese. La fermentación se realiza en barrica, de la cual alrededor del 30% es nueva, seguida de 18 a 20 meses en barrica neutra.